Enhorabuena Capitan!!
Anthony Mendillo es sin duda el mejor pescador de velas de Isla Mujeres y uno de los más reconocidos en el mundo. Conocedor de sus aguas como ningún otro y capaz de encontrar los velas donde nadie los ve, para entregar a sus clientes un día de pura adrenalina y experiencias que pocas veces las palabras, pueden describir con la justeza que merece. No por gusto personalidades como los fotógrafos Scott Kerrigan, Amos Nachoum’s, Tony Ludovico y el mítico Gus Harvey, cuentan con la experiencia y el concurso de su amigo Anthony para realizar sus imágenes, años tras año.
-Las órdenes arriba del barco se cumplen sin demora ni comentarios, me comentaba Rubén Peña la anoche anterior, cuando llegué al muelle para ubicar el punto de salida a la mañana siguiente. Rubén, es parte del trío de trabajo que Anthony dispone en ocasiones y el único capitán en México en que Anthony confía para conducir sus barcos; también ha sido parte de los records de este capitán, como el marlin de más de 500 libras que peleó desde la silla por más de 4 horas, o el reciente reto de su amigo Nassim Joaquín experimentado pescador de fly de Cozumel, admirado por todos y colaborador de esta revista, que impuso un nuevo record en días pasados al capturar en una jornada 12 velas con equipo de mosca. De todo ello Rubén ha sido parte y por eso afirma que amén de haber pescado con muchos pescadores, compartir cada salida con su amigo Anthony siempre resulta una experiencia nueva y muy enriquecedora.
-Ese es Gallo, la mano derecha de Anthony, afirma Rubén, y me señala a alguien que viene caminando detrás de una sonrisa para encontrarse con el grupo. Gallo, es esa imagen del pescador amable y siempre dispuesto, persona de mirada limpia y clara, y reconocido como el mejor marinero sobre cubierta en toda la zona y que no por gusto, lleva más de trece años siendo parte de la vida del legendario capitán; y no exageran cuando ambos aseguran que permanecen más tiempo juntos, que con su propias familias.
Gallo y Rubén coinciden, en que la cuarta pata de esta mesa es sin duda el pilar más dulce de este proyecto: Kin Lima, esposa de Anthony y mamá de sus pequeñas Andrea y Lilly, y de un varoncito en camino que está llegando para complementar esta bella familia que reside en Isla Mujeres, al noreste de Quintana Roo en México.
Kin es el primer contacto y enlace con los clientes, y quien se encarga de reservaciones, planificación y logística de cada actividad para que fluya y funcione de manera eficiente; es el preámbulo para cada aventura que sin lugar a dudas, te atrapa con su eficiencia y buena disposición desde el principio hasta el final, dejando claro que sabe muy bien de qué se trata y como hacerte sentir mejor.
Me contaba Rubén que el primero en llegar al barco es José, que se encarga desde las 4 am de la limpieza y detalles como abastecer hielo, sacar las cañas etc. y después a las 5 am, llega Gallo, para armar los dredge, arreglar las carnadas, hasta ordenar las cuerdas de los tangones y revisar cada detalle antes que llegue su patrón-amigo.
Antes del amanecer sobre el muelle, se dejó ver detrás de su termo de café el Capitán Anthony Mendillo, -Gooooood morniiiiiiiing…. respondieron todos al saludo de éste, mientras de un salto ya estaba a bordo junto a Gallo, que sin despegarse de su sonrisa, compartía con su superior el ritual a bordo: revisión del motor, los niveles de aceite, el radio, si las carnadas estaban “dormidas una al lado de la otra” (como siempre quiere Anthony que estén), las neveras a tope de refrescos y aguas bien fríos, sándwiches y botanas ordenados y a la vista, una limpieza impecable hasta el último de los rincones, ¡qué rigor! pensaba yo, mientras lo miraba desde lejos revisar cada TLD-20 cargado con mono de 30 libras, todas del mismo color, dispuestos en seis cañas iguales, (cuatro en los rod holders y 2 de reserva), los tangones, carnadas, los biminis para sacar la doble línea y unir los líderes que parecían hechos con una máquina, todos igualitos y a la misma altura, que sin dudas dejaba ver las enseñanzas de alguien formado en la disciplina, la responsabilidad, y la pasión por lo que hace.
Llegaron los clientes a las 6 am, tres asiduos de EE.UU., dos hijos y su papá, quedando niños y mujeres en el hotel pues amenazaba temporal y grandes marejadas; entraría norte al comienzo de la tarde, y ya con los motores dispuestos y apenas las 6:20 am, la N del compás se alineaba detrás de la proa, y daba comienzo el día.
A minutos de haber dejado la isla, y mientras los visitantes dialogaban alegremente, Gallo se movía en silencio preparando los arreglos, ajustando frenos en cada Shimano TLD, revisando seguros etc. Siempre sentí que cada movimiento seguía un orden dispuesto y estudiado con anterioridad; impresiona verlo como siguiendo un manual y se entiende como la experiencia los ha hecho compenetrarse tanto durante años, que con mirarse se conoce la instrucción de uno y la disposición del otro. Vi a Gallo “preguntar”, y a Anthony “responder” -en silencio- bastó con intercambiar miradas, y seguro estoy que los clientes nunca se dieron cuenta de aquella “conversa”, pero lo cierto es que de inmediato los tangones se abrieron y los dredge compuestos por lisetas y ballyhoo se sumergían a ambos lados del barco para comenzar llamando la atención de depredadores en el fondo, y me contaba Gallo, que esta especie de teaser o llamador, se usa cuando aún no han divisado alguna pajarera que les advierta de que hay un comedero de velas cercano.
Es bueno recordar que estas aguas son reconocidas por las “bait ball” o bolas enormes de sardinas, que viajan desde Brasil buscando aguas más cálidas, y son presas de miles de peces velas que le interceptan el camino ofreciendo un espectáculo sin par, y que las fragatas señalan de inmediato cuando acompañan a los velas en estos ocasionales encuentros.
No habían pasado 45 minutos y se escuchó el anuncio de Anthony desde la torreta alertando que se acercaba una pajarera, ya me habían explicado que si los pájaros vuelan pegado a la superficie picando el agua desde unos 10-15 pies: eran velas, y si se encuentran más arriba y no tocan el agua son bonitos o bufeos, y mientras alistaba mis cámaras la confirmación llegaba desde arriba: Gentlemeeeeeen prepare fishing begiiiiiiins!
De inmediato se subieron los dresdges, y se alistaron las cañas con un ballyhoo arreglado por cada pescador y se hizo silencio, la tensión fluía de cada rostro, mientras todos esperaban las órdenes …We are comiiiiiiiiing!!!!!! y a pocos metros de bordear la “bola”, Gooooooooooo…Dump in! Dump in! Dump in!!!! Comenzó a gritar el capitán a toda voz para que los tres pescadores lanzaran sus arreglos,… ¡Goooo go go go!!!!! …y empezó un show sin precedentes ¡Now now now!!!! exclamaba Anthony cargado de emoción desde su torreta, con una mano en el volante y la otra repartiendo instrucciones a cada cual sin detenerse un minuto… Wuaoooooo que era aquello!!!!
Jamás había asistido a semejante escape de adrenalina donde se trata de enganchar los velas uno a uno, de dos y de tres, y cuando uno dejaba escapar la carnada ¡¡¡¡shiiiiieeeeeeettt!!!! se escuchaba por encima de mi cabeza, mientras con maniobras precisas hacia retroceder de inmediato los cuarenta y un pies de lancha como un papel en el agua, hundiendo la popa para tratar de colocar de nuevo los arreglos al alcance de los velas…. ¡¡¡¡¡¡Go goooo Goooo!!!!! y la expresión de uno de los clientes llenaba el espacio con otro emotivo ¡¡¡¡¡yeeeeeeeessssss!!!!! mientras Gallo corría para liberar cada uno de los animales enganchados dando un jalón seco o cortando el final de monofilamento de 60, dejando regresar sin daños al animal al tiempo que le entregaba al pescador otra caña lista y que de inmediato era lanzada al agua según instrucciones de Anthony, que desde su altura volvía a dirigir a cada quien con su arreglo… ¡que increíble! y así se sucedía hasta que se retiraban los velas y las fragatas tomaban altura para desaparecer misteriosamente.
No había acabado su cigarro y sin sentarse en su dona, cuando se escuchaba su voz emocionada otra vez: ¡¡¡¡¡Lest gooooooooo lest goooooooooo!!!!!!! y se sentía el corte brusco sobre el picado mar, dejando ver varios velas abollados a estribor con sus inseparables fragatas para inclinar el horizonte del barco y poder bordearlos desde fuera, mientras se cruzaban las cañas y la voz del capitán alentando cada movimiento con un sincronismo maestro, y donde no se enredaban líneas a pesar de tener muchas veces tres velas enganchados, y Anthony desde su torreta tratando de enganchar el cuarto.
Era todo un espectáculo estar disfrutando todo esto, y apenas me volvía para cambiar lentes o reponer memoria, afuera retumbaba de nuevo ¡¡¡¡Duuuump in Dump iiiiiiiin!!!!!! y se sentía la energía de quien ya estaba de pie y de espaldas, con la mano derecha en el volante, y señalando con la izquierda ¡¡¡¡Lefft side lefft lefft lefft lefft!!! para llamar la atención sobre otro nuevo grupo de velas que luchaban con las fragatas a escasos metros de la borda.
De nuevo aparecían y desaparecían las fragatas, mientras la popa se dejaba inclinar por las maniobras evadiendo las continuas olas. En minutos las aves caían una y otra vez sobre las crestas de las velas para reclamar sus sardinas, mientras Gallo recobraba leader tras leader y soltaba otros dos animales, ¡¡¡right right now now now!!! y nos virábamos otra vez todos, ¡a la misma vez! siguiendo la voz de mando y se repetía la operación por el flanco derecho, mientras otra oportuna maniobra rodeaba otra nueva “bola” para hacer que los arreglos pasaran rozando aquel frenesí que no descansaba, y se repetía el show.
Sin duda alguna todo ello me tomaba de sorpresa, y era mucho más de lo que esperaba.
Se volvía a lo mismo una y otra vez, …bait, bait, freeeeeeespool… freeeeee freeeeee spoolllll…wait wait ….free free..noooooooooowwwwwwwww!!!!! y mientras saltaban las líneas sobre el agua con las risas de los pescadores, se empezaban a cerrar los frenos y muy cerca ¡¡¡¡plasfff!!!! saltaba alguno de los animales enganchados que trataban de acercar a la popa, mientras Gallo soltaba uno corría para auxiliar y liberar otro, que se resistía a ser asistido. Así duraba el show entre 10 y 20 minutos, hasta que poco a poco se alargaban los descansos y se iban quedando las líneas a medio hundir en el agua, trayendo aun los ballyhoo o lo que iba quedando de ello, después del ataque voraz de velas y fragatas.
Los pájaros se retiraban tan silenciosos como habían llegado.
Los velas desaparecían para digerir sus capturas, mientras que en la terraza del barco entre resoples y vítores, se estrechaban manos, se cruzaban abrazos y los ¡¡¡Yeeeeees!!!!! Dejaban escapar al viento los aires de victorias para buscar donde sentarse y tomarse unos minutos de descando y secarse los rostros empapados de emoción y agua; mientras en la torreta una sonrisa trataba de esconderse bajo unos binoculares, que no dejaban de buscar alguna señal para el próximo encuentro.
Después de la primera carga sobre las 7:50 AM y contando más de 11 piques, se capturaron 8 enormes velas, que fueron devueltos sanos y salvos para dar comienzo a un día, que sin dudas estaría cargado de sorpresas, aunque sin un solo rayo de sol.
Así se sucederían jornadas tras jornadas mientras Gallo aprovechaba para tener de nuevo todas las cañas con su arreglo listo, revisaba las líneas, cortaba los pedazos maltratados, hacías sus bíminis nuevos, empataba leaders, servía lo que quisieran los clientes; mientras el poco tiempo sobrante lo ocupaba en recoger y ordenar el espacio de batalla y dejarlo listo para un nuevo encuentro, pues sin duda, si alguien sabía de qué se trataba era él, ya que a pocos minutos, a las 8:13 exactamente estábamos de nuevo bordeando otra bola de sardinas localizada por las hambrientas fragatas y con el mismo frenesí y adrenalina regada por toda la cubierta; se elevaba la cifra a 13 animales capturados y liberados marcando el reloj apenas las 8:32 de la mañana.
¡Qué experiencia!, y de nuevo el receso.
En ese descanso, revisaba mis notas donde me aseguraban que Anthony lleva más de 15 años pescando velas en la isla sin un vela muerto, y que si por alguna casualidad algún cliente que no lo conocía le pedía subirlos para fotografiarlos, se subía uno solo, y se le permitía una o dos fotos con una sola cámara –así lo exige en sus salidas- con tal de devolver al animal lo antes posible al agua. También había anotado, que un grupo de turistas que habían hecho su reservación desde EE.UU. se mantuvieron reuniendo un año para poder darse el privilegio de este show con Anthony Mendillo, pero después de ver lo que había visto y de sentir lo que había sentido, ya todo me quedaba claro.
Igual se supo de un cliente que después de enganchar 40 velas en una mañana, le seguía insistiendo por mas capturas, petición que Anthony asumió con disciplina hasta llegar molesto a 55 velas capturados. Al llegar a su casa, le comentó a Kin, -Por favor, no aceptes más reservaciones de este cliente, pues no esta bien que alguien no se conforme con enganchar 40 velas en una jornada. Lo anterior no fue difícil de creer, después de oír como “castigaba” por radio a otro barco cercano, prestador de servicios de la zona, por estar pescando velas con carnada viva y subiendo las capturas; y es entonces cuando se entiende el amor inmenso de este hombre por esta especie, su enorme respeto por la naturaleza y la confianza y el conocimiento que tiene de ella, cuando es capaz de lanzarse en compañía de su hija mayor como ha hecho varias veces, y adentrarse con visor y snorkel en aguas azules, para disfrutar de cerca estos encuentros y verse rodeado de cientos de animales que les suceden como balas, y que recurvan casi al alcance de su mano una y otra vez, para atrapar sus comidas.
Ya después de la una, la marejada empeoró, el norte estaba tan agresivo que hacía difícil mantenerse de pié y en equilibrio (fue el día del norte muy fuerte), y menos con cámaras y agua entrando por doquier; las olas arremetían fuerte de frente y la lluvia constante obligaba a sentarnos por momentos y quedarnos otra vez bajo techo. Me faltaban fotos, me faltaba color y me faltaba sol, pero la adrenalina no me dejaba ni pensar en ello, sin embargo los clientes aunque empapados y apenas de pie, seguían sonriendo y eufóricos esperando el próximo avistamiento.
La marcha disminuyó y de nuevo el aviso esperad: Gentlemaaaaan her we go agaaaaaain!!!!!!!! y ¡¡¡claro que sí!!!! de nuevo el revolotear constante, las crestas de los velas yendo y viniendo como locos cortando las movidas aguas, los cruces de cañas, para sorprendernos con Gallo doblado sobre la borda con medio cuerpo fuera, tratando de acercar un muy buen vela que insistía en alejarse o pasar por debajo del barco, y que su capitán impedía, maniobrando con una destreza sin par, y que una vez que fue liberado, Gallo me mostraría como trofeo el anzuelo desdoblado por la fuerza del vela que dejaba claro que se estaba peleando en esa ocasión con animales de mayor peso y tamaño; eran la 1:30 pm, estábamos llegando a las 25 millas con 128 pies de agua y ya habían sido liberados 35 velas; pero el mar, el mar estaba cada vez peor.
Traíamos dos cañas con ballyhoo troleando en lo que se avistaban de nuevo las fragatas que ya se miraban menos, cuando se escuchó la chicharra de un TLD que nos decía que algo peleaba y sacaba línea constantemente, no hubo pájaros ni saltos pero la voz de Anthony ya casi ronca nos sacaba de la duda: ¡¡Is a good wahoooooo, the hook, gooo the hook!!!!!!! para que Gallo, con un bichero como de 6 pies cruzara por encima de la borda un enorme wahoo de 11-12 kgs, para ser sometido en una hielera garantizando una buena comida para coronar la tarde, más que merecida después de tanto ajetreo durante el día.
Así llegamos al final de la tarde con varios encuentros más, o mejor dicho al final del día que dio por terminado el capitán sobre las 3:45 pm. Sumando 63 piques y 40 velas capturados y liberados en óptimo estado.
Nos alertaron de un difícil regreso de más de 2 horas de fortísima marejada, con un norte bien feo, -de los peores diría yo- pero era indudable que aventuras como ésta no se miden por el tiempo que duran sino por los recuerdos que dejan; y había viajado con el mítico Anthony Mendillo todo un día.
Había compartido con el capitán del que todos hablan, al que no le importa el tiempo y sale al mar si hay que salir a cumplir sus compromisos; el mismo que muchos tildaban de loco por sus hazañas sin competencia.
Tocó la despedida oscureciendo en el muelle, y a pesar del cansancio decidí caminar hasta el hotel y repasar los momentos vividos durante la jornada, mientras el viento frío, se encargaba de golpear cada imagen que recordaba con emoción para sorprenderme pensando: Si en el mundo hubiera más locos como éste, la tierra no se estuviera quejando tanto y tendríamos sin duda, el mejor manicomio donde vivir.
Enhorabuena capitán, ¡Don Capitán Anthony Mendillo!
…y que Dios te bendiga!
Rolando Cordoba,Revista Troleo edicion Electronica
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